viernes, 29 de mayo de 2009

¿Dónde está el límite?


Todo tiene un límite. La inmensa mayoría de nosotros tiene hasta un precio. Yo he pagado de todas las formas posibles, pero nunca es suficiente. He pagado con dinero, con tiempo, con lágrimas, con rabia y con impotencia... y sobre todo, he pagado con buen humor, con mucha sinceridad, con una paciencia envidiable, he pagado poniéndome vendas en los ojos, he pagado con ilusión y esperanza, he pagado con orgullo y con la poca dignidad que me quedaba, he estado mas de dos años virgen en discusiones, he pagado con muchísimas horas de sonrisas, otras más subidas de tono, con comprensión, con apoyo ante las adversidades, he pagado ofreciendo una confianza total y también confiando incluso cuando no debía.... he pagado con mi fe y mi buen juicio. Nunca se debe dejar llegar tan lejos, y es que la incertidumbre y las mentiras se han apoderado de mi razón, y pretenden que regrese con pastillitas mágicas...


Lo he hecho todo, si no fuera así no sería yo.


Y lo que he conseguido es acercarme a alguien que no quiere irse, pero tampoco quedarse, alguien que lo ofrece todo y luego no te da nada, alguien a quien le encanto pero me mantiene lejos, alguien que cree en mi pero no entiende quien soy. Después de todo, he conseguido estar muy cerca... para volver a alejarme.


Y me pregunto... ¿dónde está el límite? ¿Quién decide dónde esta? Cualquiera respondería simplemente que cada uno establece sus límites... ¿y en base a qué? Quiero decir que nadie nos enseña a qué hay que soportar y/o tolerar y cuando hay que decir BASTA. No hay ninguna lista o manual de instrucciones para esto.

"Cada uno sabe hasta dónde esta dispuesto a llegar" dirán otros. ¿De verdad? Porque yo estoy perdida en este asunto. ¿Qué pasa con la gente que (como yo, por desgracia) es un pozo sin fondo? Hay personas que aun heridas por la situación siguen luchando y batallando, porque es lo que les dice su corazón, aunque su cabeza les diga otra cosa. ¿Somos adictos al sufrimiento? En ese caso, ¿hay alguna clínica de desintoxicación o estamos destinados a sufrir para siempre? ¿Que puede más, la cabeza o el corazón? Llevo tres años soportando cosas que mi (por entonces) recién adquirida "dignidad" se negaba a tolerar. Pero aun así lo hice, y lo sigo haciendo. Quiero acabar con la situación, poner los puntos sobre las íes, las cartas sobre la mesa, no resignarme a las migajas que me ofrece el hombre de mi vida... tomar una decisión y ser consecuente con ella, llevarla a cabo, hasta el final: no mirar atrás.


"Pues hazlo" diréis. Qué fácil. Ya lo he intentado, en tres o cuatro ocasiones, he estado meses separada de esa situación que me hiere y por extensión, de la única persona que me ha hecho completa y realmente feliz. Y no he podido llegar a término, al final, o él o yo nos volvíamos a poner en contacto; y da igual quien lo hiciera porque el otro esperaba con los brazos abiertos, lo cual delata la magnitud de mi confusión. Sinceramente, no me reconozco.



lunes, 25 de mayo de 2009

Y la dignidad me trajo hasta aquí.

Dignidad:

1. Cualidad de digno.

2. Excelencia, realce.

3. Gravedad y decoro de las personas en la manera de comportarse.

4. Cargo o empleo honorífico y de autoridad.





Digno:

1. Merecedor de algo.

2. Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo.

3. Que tiene dignidad o se comporta con ella.

4. Dicho de una cosa: Que puede aceptarse o usarse sin desdoro.



Bueno, si ni siquiera la Real Academia de la lengua Española sabe explicarlo bien, ¿cómo sentirlo? O mejor dicho, ¿cómo saber si lo siento? Yo pensaba que la dignidad era... esa reacción que tenemos al sentirnos humillados, y que enmienda de alguna forma parte de la humillación.


Ejemplo práctico: Tu marido ha tenido un escarceo sentimental con su secretaria.

Reacción: Pides el divorcio. ¿Por qué? Por dignidad. Porque es lo correcto.

Otro ejemplo: Tu novio de toda la vida te ha sido infiel y te ha dejado. Tres días despues te invita a su fiesta de cumpleaños.

Reacción: no vas a la fiesta. ¿Por qué? Por dignidad. Porque es lo correcto.


Pero me paro a pensar... dignidad ¿por que? ¿Qué ocurriría si no dejases a tu marido, si le perdonaras? ¿O qué pasaría si te pusieras tu mejor vestido, tus tacones mas altos, y fueras a felicitarle? En tu interior no pasaría nada si es lo que te apetece hacer, pero todo el mundo pensaría que te estas dejando humillar.

Asi que ¿es la dignidad la cuerda contra la que te arrincona la sociedad? Cuando se hacen las cosas por dignidad, ¿realmente pensamos en nosotros mismos?


Mi caso personal es el del segundo ejemplo. Despues de haber perdonado otras infidelidades, y a pesar de no ser del todo feliz con lo que él me ofrecía, sabía que si iba a esa fiesta, acabaríamos juntos de nuevo. Pero no lo hice. Por dignidad. Porque era lo correcto. Es decir, no lo hice porque la gente estaba enterada (mas que yo) de lo que había pasado, e ir y acabar abrazados era una humillación muy grande. Era una humillación muy grande pero yo me moría por hacerlo. A pesar de sentirme completamente rechazada. Asi que la dignidad me puso contra las cuerdas, y por primera vez en casi 5 años, decidí sentirme digna.


Y la dignidad me trajo hasta aquí. Cuatro años después, yo no he vuelto a tener pareja. Solo he estado con un hombre desde entonces, pero este es otro capitulo. Él cambió de ciudad y no volvimos a hablarnos jamás. Cuatro años despues, ahora, se ha dejado caer con su soltería a cuestas por mi vida. El ‘efecto-ex’ azota con toda su fuerza los cimientos de mi dignidad.


Lo cierto es que cuatro años son muchos, y me he acordado de el todos los dias, le he echado de menos muchas horas. Pero esto, queda entre mis lectores y yo. Asi que... ¿relamente me valió la pena tener dignidad aquella noche? ¿Y qué debería hacer ahora? Es un juego muy peligroso ¿Qué sentimiento debe prevalecer: el amor o la dignidad? Porque ambos son muy importantes, nos acompañan durante casi toda nuestra vida. Pero cuando chocan ¿qué es lo correcto?


Mi único consuelo cuando la sombra del arrepentimiento quiere mezclarse con la mía propia, es pensar que aunque hubiese ido a esa cita nada habría cambiado. Así que mejor fue DEMOSTRARLES A TODOS que tenía dignidad. Sin embargo, tengo la convicción interna de que desde ese punto hasta hoy, si hubiese asistido a la fiesta, mi vida habria cambiado. Aunque no hubiera habido final feliz, ni abrazos, ni besos, ni disculpas esa noche.


Creo que la dignidad no me sirvió de mucho, ¿por qué le otorgamos tanta nobleza entonces?